La paz interior llega cuando nos apartamos mental, emocional y hasta físicamente de los dramas mundanos, de los conflictos, de todo aquello que creemos erroneamente que debemos decir, hacer o defender. La paz interior se convierte en una realidad cuando decidimos intimamente trasladarnos de la tristeza y las preocupaciones a la tranquilidad y la dicha.
Si queremos llegar a esas realidades positivas, es necesario desbaratar algunos de los obstáculos personales que nos subyugan, como lo son el miedo al futuro y las lamentaciones sobre el pasado. Debemos abandonar los antiguos equipajes con sus monstruos dentro. El viaje completo a la paz interior empieza cuando evadimos los caminos de la envidia y del que dirán, los desvíos de la impaciencia y las calles sin salida de la terquedad y la ignorancia.
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