Sonrie y se feliz...
Alguien en una ocasión me preguntó por el significado de esta frase.... si no le apetecía sonreir, ¿por qué iba a hacerlo? Y, ¿por qué iba a ser feliz si no tenía motivos?
La felicidad no es algo que te viene, si tenemos la creencia de que la felicidad es suerte o azar, estamos hablando de temporalidad y estamos dependiendo de las circunstancias exteriores, pues ellas serían las que nos hacen ser felices o no serlo.
Pero la felicidad no reside ahí, la felicidad es responsabilidad personal, de cada uno de nosotros y por lo tanto reside dentro de nosotros. Cuando encontremos nuestra paz interior, encontraremos un estado de tranquilidad y equilibrio que nos llevará a nuestra felicidad interna. Y esa felicidad interna es la que proyectaremos hacia el exterior y cuando realmente podremos decir que SOMOS FELICES. Si decidimos continuar pensando que la felicidad depende del exterior, experimentaremos altos y bajos y estaremos condicionando nuestro bienestar a las condiciones exteriores. Pero ya sabes... como siempre TÚ ELIGES TU ACTITUD EN LA VIDA.
En cuanto a sonreir, no estamos hablando de una sonrisa hipócrita, sino de nuestro estado natural interno. La sonrisa que aparece en nuestro rostro es el resultado de la paz interior que hablábamos en el párrafo de arriba.
Te voy a contar una historia que pasó hace mucho, pero que mucho tiempo, en la época de los dioses griegos, en el Olimpo...
Al principio de los tiempos, los dioses se reunieron para crear al hombre y a la mujer. Lo hicieron a su imagen y semejanza, a lo que Zeus, rey de los dioses, dijo:
-Un momento, si vamos a crearlos a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro y una fuerza e inteligencia igual a la nuestra. Debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de lo contrario estaremos creando nuevos dioses.
Después de mucho pensar, uno de ellos dijo:
- Ya sé, vamos a quitarles la felicidad!
- ¿Pero dónde vamos a esconderla? - respondió otro.
- Vamos a esconderla en la cima de la montaña más alta del mundo! - dijo Zeus, dios del cielo y la tierra.
- No creo que sea una buena idea, con su fuerza acabarán por encontrarla.
- Entonces... podemos esconderla en el fondo del océano - contestó Poseidón, dios y señor de los mares.
- No, recuerda que les daremos inteligencia, con la cual, tarde o temprano construirán una máquina que pueda descender a las profundidades del océano.
- ¿Por qué no la escondemos en otro planeta que no sea la tierra? - preguntó Apolo, dios del sol.
- Tampoco creo que sea buena idea, porque llegará un día que desarrollarán una tecnología que les permita viajar a otros planetas. Entonces conseguirán la felicidad y serán iguales a nosotros.
Atenea, diosa de la sabiduría, que había permanecido en silencio todo el tiempo y había escuchado con interés las ideas propuestas por los demás dijo:
- Creo saber el lugar perfecto para esconder la felicidad, donde nunca la encuentren.
Todos le miraron asombrados y le preguntaron:
- ¿Dónde Atenea?
- La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin darse cuenta que la lleva consigo.